El Covid-19 puso en la palestra muchas realidades que pocos habían querido notar. Ahora más que nunca son innegable los efectos negativos del cambio climático y la perdida de biodiversidad en nuestro planeta. Además, esta pandemia nos ha permitido notar y vivir más de cerca las crisis sociales y económicas. Debido a esto a nivel mundial se está buscando una manera de aminorar y mejorar las condiciones en tres ámbitos fundamentales: en lo económico, social y ambiental.
Pero estos cambios no solo dependerán de que los gobiernos tomen ciertas medidas sino que por el contrario es una decisión a nivel individual que debe impulsarnos a aportar nuestro granito de arena con el planeta. La recuperación de los efectos del COVID-19 va a depender de nuestra resiliencia y capacidad de transformación, tanto a nivel individual como colectivo.
Tal vez la frase “reduce, reusa y recicla” suene algo trillada pero es algo que puede llegar a ser significativo si todos los ciudadanos del mundo nos tomáramos mas a pecho, no solo de vez en cuando sino hacerlo parte de nuestra cotidianidad; ya que esta simple frase trabaja en mejorar justo esos tres ámbitos fundamentales. En lo socioeconómico, dando trabajo a una cadena de valor desde recicladores de base hasta las industrias procesadoras de reciclaje. Y en lo ambiental, reduciendo el consumo de materia prima virgen proveniente de derivados de petróleo.
Como mencionamos en un articulo pasado, los efectos positivos que se pueden observar en el entorno durante este tiempo de pandemia, como el descenso de la contaminación del aire en pueblos y ciudades, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero o el descenso de la presión a la que sometemos al medio natural, son efectos pasajeros que desaparecerán cuando terminen las restricciones aplicadas. Se requieren esfuerzos que sean duraderos en el tiempo y planificados para que la mejora de los indicadores socioambientales se mantengan.