Microplásticos podrían causar resistencia a los antibióticos

Los plásticos son materiales artificiales que interactúan directamente con el mundo natural. Docenas de estudios muestran que cuando los plásticos entran en el mar muchos microorganismos que habitan en el océano los colonizan agresivamente y se creería que esto ayuda a descomponer los plásticos, sin embargo, estas colonias oceánicas son semilleros de genes resistentes a los antibióticos.

Un grupo de investigadores del Instituto de Tecnología de Nueva Jersey han demostrado que al utilizar antibióticos para eliminar las bacterias de los microplásticos, 3 genes sulfonamidas, sul1, sul2 y sul3 ayudaron a la resistencia antibiótica y son hasta 30 veces más numerosos en las biopelículas de los microoplasticos que en las pruebas de control de laboratorio.

“Creíamos que la presencia de antibióticos era totalmente necesaria para mejorar los genes de resistencia a los antibióticos en estas bacterias cuando se asociaran a los microplásticos, pero parece que los microplásticos pueden permitir de forma natural la absorción de estos genes de resistencia por sí mismos”, indica el Dr. Dung Ngoc Pham.

Y, algo similar ocurre con los microplásticos presentes en el polvo según un estudio realizado por el Dr. Lei Wang y sus colegas de la Universidad Nankai. Para este estudio se eligió diez casas en el bloque de apartamentos con una distribución general similar. Un equipo usó escobas esterilizadas para barrer los dormitorios y recolectar muestras de polvo a medida que avanzaban. Luego, estas muestras se llevaron al laboratorio y se analizaron en busca de microplásticos, bacterias y genes resistentes a los antibióticos. Se encontraron 21 tipos de microplásticos, los más comúnes eran las pequeñas fibras sintéticas como el poliéster o el nylon que se encuentran en la ropa y en otros textiles, además, se identificaron 1.385 géneros de bacterias junto con 18 genes asociados con la resistencia a los antibióticos.

Estos estudios sugieren que, así como los plásticos están cambiando la naturaleza de las comunidades bacterianas en el mar, también lo están haciendo dentro de los hogares. Se desconoce la magnitud de la amenaza que esto supondrá en última instancia para la salud humana, pero no puede ser algo bueno para las personas.

Fuente: The Economist

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